Francia 1985: en un zanjón cercano a un pueblo aparece muerta una joven mujer. Rápidamente se confirma que ha sido producto del frío nocturno bajo el que ha permanecido. Una voz nos dice que su nombre era Mona y que se intentará darle una identidad a partir de sus últimas semanas de vida, con testimonios de habitantes de la región donde la joven a deambulado en su vagabundear. Uno tras otros aparecen hombres y mujeres que tienen algo que aportar sobre la joven: trabajadores del pueblo y el campo, una pareja con una pequeña hija que labran la tierra y elaboran productos de manera artesanal, la criada de una anciana que le ofrece cobijo en la casa que un tío cuida, jóvenes marginales como ella que han compartido casas deshabitadas, un inmigrante tunecino, una profesional que recorre los campos investigando enfermedades que afectan a los árboles…

La realizadora Agnes Varda (Bélgica, 1928) lleva firmados mas de cincuenta trabajos entre 1955 y el presente, que es el tiempo que va desde su debut «La Pointe Courte», un film considerado pieza fundacional del movimiento «Nouvelle Vague»(Nueva Ola) que definió una manera diferente (no tanto) de hacer cine a partir de finales de los años cincuenta, hasta el estreno esta temporada de » Visages, Villages», su manera de mostrar enorme vitalidad cercana a los 90 años de edad. Es probablemente la mujer directora mas consecuente de la Historia del Cine, no solo por la coherencia en toda su obra sino por lo extensa de la misma en un medio donde el Hombre ha imperado desde sus inicios. El nombre de Varda se encuentra en todas las listas referentes a cineastas femeninas y goza de enorme consideración por parte las realizadoras que tras ella han ido apareciendo en todo el globo. La artista ha trabajado en todos los formatos: cortos, medios y largometrajes habitan su cincuentena de títulos, que alternan o combinan a veces, el documental con la ficción. Desde su primer obra esta conjunción ha dado frutos extraordinarios, como el del film que nos ocupa. Su personaje central, Mona, está interpretado por una actriz profesional que comparte escenas con semejantes y con gente que ha caído bajo la mirada sagaz de la directora, transformando su inexperiencia en toda una lección de como estar frente a la cámara. Es especialmente sugestiva la escena de «Sin techo ni ley» donde el inmigrante tunecino expresa todo un mundo de sensaciones a través de un gesto que recupera un objeto perdido de la protagonista. Los personajes «actúan» pero también detienen su accionar para dirigirse a cámara y hablarnos a nosotros los espectadores, tanto como prestan sus testimonios directos al mejor estilo documental. Todo funciona  a la perfección en este endiablado entramado y nos brinda finalmente un retrato feroz y sugerente sobre la realidad del contexto. Una Francia gobernada por la socialdemocracia que intenta reflexionar con sus artistas sobre los aspectos al parecer inamovibles de la sociedad que la habita.

Dentro de la extensa obra de Agnes Varda se destacan los siguientes trabajos ficcionales: «Cleo de 5 a 7» (1962), que narra en «tiempo real» el devenir de su protagonista mientras espera los resultados de estudios médicos en un recorrido por la ciudad y la gente que son testigos de su angustia ante una posible mala noticia, «La Felicidad» (1965), enorme suceso sobre la relación de una joven pareja desde los inicios hasta el final de su relación, «Las Criaturas» (1966), un intento psicológico de abordar otra relación de pareja e interpretada por dos figuras emergentes de su tiempo como Catherine Deneuve y Michel Piccoli, «Lions Love» (1969), que la lleva a Los Angeles, USA y donde su mirada se posa sobre la juventud de una sociedad ajena, «L’une chante, l’autre pas» (1977), regreso al mundo parisino y las relaciones entre dos mujeres, y finalmente «Jacquot de Nantes» (1991), cuando la realizadora recupera la biografía de su esposo, el realizador Jacques Demy (autor de films como «Los Paraguas de Cherburgo» o » Las señoritas de Rochefort») y le rinde uno de los homenajes mas hermosos que una mujer ha ofrecido a su amado compañero. Entre sus grandes trabajos documentales destacan dos de los últimos: «Las Espigadoras y la Espigadora» (2000), retrato sobre lo que la sociedad hace con sus residuos o basuras y » Las Playas de Agnes» (2008), que la muestran curiosa y vital a una edad muy avanzada.

Sandrine Bonnaire (1967) es una de las mayores actrices francesas. Debutó a los 15 años como extra y al año siguiente protagonizó bajo la dirección de Maurice Pialat «A nuestros amores», sobre las relaciones complejas entre un padre y su hija adolescente. A partir de ali y hasta el presente ha colaborado en el cine mas comprometido bajo la dirección de artistas como Chabrol, Rivette, Techiné, Depardon, Sautet, ademas de repetir con Varda y Pialat. Su carrera se cuenta dentro de las mas destacables y brillantes de los últimos treinta años. La actriz filmó un película en Argentina bajo las ordenes de Luis Puenzo: «La Peste», frustrado intento de llevar al cine las complejas palabras del escritor Albert Camús.

«SIN TECGO NI LEY» ( Sans toit ni loi, 1985) / Francia / Dirección Agnes Varda / Intérpretes Sandrine Bonnaite, Macha Meril, Yolande Moreau e intérpretes no profesionales / Color / Hablada en francés con subtítulos en castellano / Duración 1h 45 minutos.

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