Amama significa abuela en euskera, la ancestral lengua del pueblo vasco. Y sobre esos ancestros reflexiona esta deslumbrante película donde todo parece conducir a un viaje a la profundidad del ser de un pueblo- El «Caserío» es el espacio natural, el núcleo duro de la familia rural vasca. La que ve en la permanencia de las costumbres ancestrales la única posibilidad de conservar la tradición y por ende, la identidad de un pueblo. Pero los tiempos cambian y las nuevas generaciones tienen los ojos puestos en otras realidades. La Ciudad es su destino natural, y hacía allí emigran los hijos de un matrimonio adulto, envejecidos sin ser viejos, todos observados bajo la mirada dura, silenciosa, seca de la abuela, la «amama» que da título al film. Ella será la encargada de cumplir con una tradición: pintar cada árbol por cada nuevo integrante del clan familiar con un color: el rojo para los trabajadores natos, el blanco para los inútiles y el negro para los rebeldes. Colores que son también condena, estigma u orgullo para cada uno de ellos. Los negros y los blancos son los hijos del matrimonio que cuestionan tanto hábito ancestral y que quieren huir de ellos, mientras esperan que el padre pueda decir algo afectuoso alguna vez, mas allá de los continuos reproches que otorga a cada hijo. A los que aun lo visitan, porque el mas joven mas que partir, huye del lugar. La madre, mientras tanto, es testigo y cómplice del hombre que ve como todo su mundo se va desmoronando. La película se abre y prácticamente cierra con una imagen que dará sentido a la historia: ese hombre que atraviesa un bosque solitario con alguien a sus espaldas es precisamente el mas rebelde, el que rescatará de su destino final a la mayor de todas. Nieto y abuela unidos por un respeto silencioso, sincero, donde las palabras parecen no tener lugar pero si los actos que encubren afectos imposibles de ser dichos. Obra rigurosa que se convierte en una de las mejores expresiones de una cinematografía que quiere hablar con voz propia, la que la diferencie de ese resto del estado español donde cada región tiene sus propias amamas. Aunque con diferentes nombres. El paisaje, la tierra, los árboles, los animales, las montañas silenciosas al fondo del cuadro, las pinturas que llegan desde la ciudad para romper las reglas y convertir todo en una exposición de arte deslumbrante que cierra la película, que es a la vez despedida y ritual no solo de una mujer muerta sino de toda una tradición en un tren que parece circular en contramano. Asier Altuna (1969) es parte de la última generación de directores y directoras que ejemplifican la renovación de las primeras voces del cine vasco, aquellas que de la mano de Montxo Armendariz o Imanol Uribe dieron el pistoletazo de salida, a principios de los años 80 de una nueva forma de mirar el pasado. Vasco, obviamente.

«AMAMA» (ABUELA) / ídem, 2015 / España / Director Asier Altuna / Intérpretes Kandido Uranga, Iaia Elias, Amparo Badiola, Klara Badiola / Color / Versión doblada al castellano sin subtítulos / Duración 1h 35 minutos.