Jane Campion (1954) nació en Nueva Zelanda y realizó su carrera en Australia, USA y Europa. Comenzó haciendo cortometrajes y en 1989 debuta con «Sweetie» en el primero de los países citados. Allí mismo rodará los dos siguientes: «Un ángel en mi mesa» (1990) y «El Piano» (1993), los tres títulos que la convierten en la mujer mas famosa del cine de esos años. Con premios en grandes festivales y la coronación con varios Oscar por «El Piano», la realizadora trae al primer plano de la cinematografía el nombre de la mujer. Sin embargo, sus cuatro largometrajes siguientes, rodados entre 1996 y la actualidad, no han gozado del mismo e inicial reconocimiento, lo que ha posicionado a la realizadora en un cono de sombra contrario al resplandor primitivo. Tratándose de cuatro films irregulares pero valiosos, la situación nos obliga a reflexionar sobre modas, estrellas instantáneas y demás temas extra-cinematográficos que condicionan las carreras de talentosas/os cineastas. En un mundo tan irritantemente superficial, las carreras sólidas parecen haber quedado solo en poder de unos elegidos. Curiosamente, las mujeres siguen habitando el primer pelotón de los olvidados, si comparamos sus carreras con las de los hombres, cualquiera sea la calidad de las mismas. El feminismo evidentemente ya no resulta tan atractivo al sistema como amenazaba serlo cuarto de siglo atrás.
«EL PIANO» narra la historia de otro de los varios personajes femeninos que nutren la trayectoria de Campion, que siempre les ha dado protagonismo. A mediados del Siglo XIX la joven Ada, muda y madre de una niña, Flora, viaja a Nueva Zelanda por un matrimonio arreglado. Stewart es el hombre que la ha «comprado» y desde el primer momento que toca tierra, la mujer entiende que ha caído en un territorio peligroso: la arena, las olas, luego el barro, la lluvia, la humedad de la casi selva que habita, son un exponente de lo primitivo del espacio que le ha tocado en suerte. Un primitivismo que sirve a la directora para delinear un devenir donde el descubrimiento de toda su identidad reprimida será una constante: no solo el piano con cuyo sonido parece cubrir el silencio de su propia voz, sino el cuerpo que va descubriendo como instrumento de placeres complementarios y postergados. Su rol de madre, esposa y amante, y también pionera en tierra salvaje (para los Occidentales, no para el pueblo originario que parece observar como insectos a los recién llegados) van ilustrando los avances y nunca retrocesos que Ada va alcanzando. A pesar del sufrimiento extremo que padece por la crueldad de un hombre posesivo y arrebatado que sin embargo tras una acción feroz le permitirá partir en pos de su destino.
«EL PIANO» brilla a veintitantos años de su aparición como el film transgresor que fue.y nos invita a recuperar la carrera de esta talentosa y desvalorizada (en este presente feroz) realizadora. Que desde 2009 no ha vuelto a trabajar en cine. Siete largometrajes que forman una carrera valiosa y breve en cantidad pero no calidad. Sus restantes largos son: «Retrato de una dama» (1996), con Nicole Kidman y Barbara Hershey, «Humo Sagrado» (1999), con Kate Winslet post-titanic, «En carne propia» (2003), su mas denostada obra con Meg Ryan y » Bright Star» (2009), su último y semi-desconocido trabajo.
Los intérpretes realizan enormes creaciones de sus criaturas: Ada y Flora dieron a sus intérpretes la oportunidad de alcanzar varios premios, entre ellos los Oscar a mejor Actriz y mejor Actriz secundaria, siendo Anna Paquin una de las ganadoras mas jóvenes de la Historia, con apenas 11 años de edad. Harvey Keitel interpreta a Baines, el vecino y amante de la mujer y el australiano Sam Neill al esposo Stewart.
«EL PIANO» ( The Piano) / 1993/ Australia-Francia- Nueva Zelanda / Dirección Jane Campion / Intérpretes Holly Hunter, Anna Paquin, Sam Neill y Harvey Keitel / Hablada en inglés y maori con subtítulos en castellano / Color / Duración 2 hs.