Quienes disfrutamos del Cine y practicamos la Memoria, llevamos una pésima racha de muertes sentidas desde hace semanas: la edad de la mayoría de ellos no impide que expresemos dolor o sorpresa, será porque la ilusión de la Imágen Cinematográfica nos hace olvidar que detrás hay, por suerte, seres humanos. Y que estos estuvieron antes que aquella, que fueron los que la generaron: Virna Lisi, Luise Rainer, Joe Cocker, Rod Taylor, Francesco Rosi y hoy, la enorme ANITA EKBERG. Nacida en Malmo, Suecia, en 1931, ha muerto esta madrugada en Roma a los 83 años. Tuvo una vida itinerante en todos los sentidos: muy joven ganó concursos de bellezas que la llevaron a USA donde los productores, cegados por su impresionante belleza (buscar fotos en la web) intentaron sin que nadie lo pidiera, hacer de ella una Actriz: intento vano que no impidió convertirla en figura popular desde mediado de los 50′: Frank Tashlin la acercó a las tonterías de Dean Martin y Jerry Lewis en dos ocasiones: «Artistas y Modelos»(1955) y «Locos por Anita» (1956); antes había acompañado a Abbot y Costello y a John Wayne en dos roles secundarios. Desde 1956 protagoniza una serie de títulos mucho mas interesantes de lo que se recuerda: «La guerra y la paz»(1956) de King Vidor, «Regreso a la eternidad»(1956), «Valerie» (1957), «Screaming Mimi»(1958) o «Zarak»(1956) donde su enorme fotogenia hace olvidar sus escasas o nulas dotes interpretativas (caso paralelo al de nuestra Isabel Sarli) gracias a buenas tramas y mejores directores: William Wellman, Gerd Oswald, John Farrow o John Gilling. Todo este bagaje le abre las puertas al Exterior, a esa Europa de la que había marchado casi una década antes. Su primer trabajo lo realiza dando vida a una improbable heroína de la antiguedad en el peplum «Bajo el signo de Roma»(1958)… y ¡recién después! es llamada por Federico Fellini a participar en el título que será su pasaporte a la eternidad: «La Dolce Vita» (1959). Hoy, los cables, los comentarios, parecen detenerse exclusivamente en ese film. Ella detestaba eso y decía: «…Fellini no me inventó a mi, sino yo a él, gracias a mi se hizo popular…», frase discutible pero realista al menos en términos de Fama. Volvió a trabajar con el querido maestro italiano en tres ocasiones (la llamaba «Anitona»): «Las tentaciones del profesor Antonio», el maravilloso episodio de «Bocaccio 70» (1961) donde su imagen gigante en un cartel publicitario tomaba vida ante la alucinada visión del profesor…y comenzaba a perseguirlo por una ciudad en miniatura desde su estratosférica mirada (para mi, su mayor prestación al Cine), «Los Payasos» (1970) y «Entrevista» (1987), que cuenta con una de las mayores escenas de su carrera cuando Fellini la visita en su casa particular junto a Mastroiani, y los tres contemplan las ya viejas escenas del film romano en la Fontana di Trevi y su mítico baño nocturno, provocando entonces una emoción única de protagonistas y espectadores. Regresó a Hollywood y trabajó con Sinatra, Bob Hope y otra vez Jerry Lewis. Y a los 34 años comenzó la decadencia que duró hasta el final de su carrera, perdiéndose en bodrios europeos de ínfima calidad. En el medio, algunos trabajos con directores brillantes como Aldrich, Tashlin (por tercera vez), De Sica, Gordon Douglas, Alberto Sordi (está genial en «Perdón:¿está ud. a favor o en contra?») o el ibérico Bigas Luna, que la homenajea siendo muy mayor en su horrible «Bámbola» (1996). Una mujer enormemente divertida (ver sus entrevistas) que aceptó antes que nadie que los dioses (todos) eran, son puro cuento. Suecia no solo nos dio a Stiller, Garbo, Seastrom, los dos Bergman, Ingrid e Ingmar, Ullmann, las Andersson, Von Sydow, Nykvist, Sjoman, Troell…también a la deslumbrante ANITA EKBERG. Por siempre en ese Olimpo difuso que es el cine, la mejor fantasía de la eternidad que el Hombre ha conseguido plasmar.

Carteles de algunos de sus films menos recordados:

A.Ekberg Screaming Mimi

A.Ekberg Scusi...A.Ekberg Los crimenes del alfabetoHowILearnedToLoveWomen(1).jpgA.Ekberg Valerie

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