Paul Gauguin (1848-1903) fue uno de los artistas más influyentes surgidos a finales del siglo XIX. Nacido en París y muerto en las Islas Marquesas su vida ha inspirado ficciones destacadas en la literatura y algunas buenas películas. La última en abordar su figura fue una producción francesa rodada en escenarios naturales del Pacífico Sur, la Polinesia francesa y estrenada en 2017. Interpretada por uno de los actores más carismáticos del cine europeo contemporáneo, Vincent Cassel (1966), esta producción aborda apenas unos pocos años de su vida. El director Deluc elige para el segundo de sus tres films hasta el momento, reconstruir el tiempo que va entre la separación de su familia en 1891 para viajar a Tahití y su regreso dos años después. El artista que busca la inspiración de su obra lejos de la gran capital, la idealización de los pueblos primitivos y el comprobar como la colonización europea les ha alterado sus ancestrales costumbres parecen ser el foco de interés de la narración. Que pasa abruptamente de un lugar a otro para encontrarnos al protagonista descubriendo ese nuevo mundo. Un paraiso que como todos resulta estar irremediablemente perdido aunque la pintura o la escultura se empeñen en mantenerlo vivo. La mirada del artista se posa tanto en el paisaje como en los humanos que los atraviesan, hombres y mujeres, niños y ancianos, nativos y colonos, sirven a sus intereses. Las condiciones extremas en las que acepta vivir, la falta de dinero y la abundancia de espacio físico como compensación, los colores de la naturaleza, el verde del reino vegetal, el azul de los atolones,las embarcaciones que esperan en la distancia para los viajeros y las cercanas que llevan a la pesca, las curvas de un cuerpo de mujer amada y el contorno del hombre joven que amenaza (y cumple) con «robarsela», lo europeo y lo isleño, todo ello sirve a las intenciones del cineasta para este formidable, intimista y poco apreciado por una critica casi siempre ciega, elitista, como esos hombres a los que Gauguin desprecia un siglo atrás y que el presente reproduce y mantiene sin mas cambios que los tiempos propios y las miserias de perspectivas permanentes. El trabajo actoral de Cassel y la debutante Tuhei Adams (apenas se puede encontrar registro de ella en la web seis años después de su estreno en otra muestra de clasismos imperantes también en le mundo del cine, donde casi siempre los blancos protagonizan todo) colaboran en el viaje de apenas 90 minutos de buen cine donde la producción convoca a espectadores ávidos de propuestas que provoquen la reflexión. Otra película para rescatar del olvido en un mundo globalizado por el gusto excluyente que no sea el propuesto por las multinacionales. Todo cambia para que todo siga igual, viajar hoy a Tahití es un lujo solo al alcance de unos pocos aventureros y otros pocos millonarios. El Paraíso sigue estando tan distante como soñado o perdido. La obra del artista, se engrandece cada día más. El cine es bueno para la salud y la memoria.

GAUGUIN, EL VIAJE DE TAHITÍ / GAUGUIN, VOYAGE DE TAHITÍ / Francia- 2017 / Dirección y guión Edouard Deluc / Intérpretes Vincent Cassel, Tuhei Adams, Malik Zidi / Color / Versión original con subtítulos en castellano / Duración 1h.35 minutos.