«Sin nada que perder» es el título de una de las grandes obras producidas por el cine norteamericano de bajo presupuesto y enorme talento que continuamente llega a las pantallas. Un cine que funciona paralelo al de las grandes producciones de Hollywood que apuestan mayoritariamente por un público mas joven y que deja un margen menor a propuestas con otros intereses, mas cercanos al valor artístico que al estrictamente comercial. Que por supuesto, tambíén espera ser visto por la mayor cantidad de público.

«Sin nada que perder», obra de un joven cineasta, nos traslada al interior de los EE.UU y nos muestra el lado menos luminoso pero a la vez mas sincero y realista en que vive la mayoría de la población de la nación del Norte. Una gente que está ajena a los devenires de las grandes ciudades y que vive sus propias conflictividades en ambientes mas cercanos, por ejemplo, al nuestro, al sur del Continente Americano. Un cine entonces necesario para nosotros los espectadores que rara vez podemos disfrutar de este tipo de estrenos.

La historia narra en forma paralela las vidas de dos hermanos y de dos policías. Los primeros, Toby y Tanner Howard se reencuentran tras salir el segundo de la cárcel y regresar al núcleo, o lo que queda de el, familiar. Para encontrarse con una áspera realidad: los bienes que han dejado sus padres muertos se encuentran sujetos a los intereses de los bancos, que en su afán de enriquecimiento dejan de lado cualquier cuestión humana relacionada a sus sufridores clientes. Los policías, Marcus y Albert, se encuentran en la encrucijada del inminente retiro del primero y el efecto que esta marcha causa en el segundo. Pero el accionar de los hermanos que se encaminan a la delincuencia, les obligará a incorporarse de manera activa a la realidad de sus tareas: entonces comienza una persecución a través del paisaje de las grandes praderas y pequeños poblados para frenar la loca carrera en la que se ven inmersos los hermanos.

La película bebe de las aguas del policial y del western clásico pero llevados a la realidad de nuestra época: la posterior al colapso financiero ocurrido en 2008 y que sigue aplastando las economías del planeta entero. Unos personajes que ven rebajada su humanidad a consecuencia, o como respuesta, de estos desastres financieros que unos pocos organizan y todos acabamos padeciendo.

Con un cuarteto de actores extraordinarios, entre los que destaca el inmenso Jeff Bridges (1949), actor ya clásico activo en el cine desde su infancia y con una carrera llena de grandes títulos desde 1971 cuando protagonizó : «La Última Película» de Peter Bogdanovich. Luego vendrían trabajos para grandes cineastas como John Huston (Ciudad Dorada), Ivan Passer (Cutter’s Way), Clint Eastwood (Especialista en el Crimen), Michel Cimino (La Puerta del Cielo), Francis Ford Coppola (Tucker, un hombre y su sueño), o los Hermanos Coen, que lo dirigirían en dos de sus mas famosos trabajos: «El Gran Lebowski» y » Temple de Acero». Bridges ganó el Oscar al Mejor Actor en 2019 por su labor en «Loco Corazón» donde dio vida a un cantante envejecido, borracho y lleno de humanidad.

Esta obra se convierte en una de las grandes realidades del mejor cine norteamericano actual, y nos devuelve al terreno del mejor clásico visto a luz de cineastas jóvenes, que no olvidan la tradición y la enseñanza de grandes cineastas del pasado para proseguir en su presente la estela del mejor cine de siempre. La sombra de John Ford, Howard Hawks, Nicholas Ray o Fritz Lang, se extiende sobre estos nuevos y convulsos tiempos, siempre necesarios de ser retratados por la mejor cinematografía.

«SIN NADA QUE PERDER» / 2016, Hell or High Watre/ USA / Director David Mackenzie / Intérpretes: Jeff Bridges, Gil Birmingham, Chris Pine y Ben Foster / Inglés con subtitulos en Castellano / Color / Duración: 1h 42 minutos.